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La guerra mundial (Tercera o Cuarta) ya ha comenzado y no parece avanzar por ahora con grandes guerras con armas convencionales o atómicas sino mediante la desglobalización de regiones y continentes enteros, la destrucción económica mundial para ingresar en otro re-orden, las pestes (la actual pandemia es una de ellas, natural o provocada, ya no importa el origen sino las consecuencias) y, lamento decirlo, el proyecto de la Gran Diversidad Sexual alentada desde los centros de poder (con excepciones, proclamadas, como las iglesias). La Derecha del Gran Capital, detrás.
Escribe
AMILCAR MORETTI
Los muñecos digitales están lanzados industrialmente contra la heterosexualidad entre humanos (¿la no humana puede denominarse también heterosexualidad?). Los hay ya masculinos y femeninos, y presumo que -en materia de ganancia capitalista no es cuestión de regimentarse en lo binario- de otros géneros en la por ahora multiplicadora diversidad LGBTQIA+ (lesbiana, gay, bisexual, transgénero, queer o inseguro, intersexual y asexual).
Tengo la convicción de que el capital corporativo centralizado y neofeudal -como otro instrumento para arribar a un mismo re-orden- se ha propuesto erosionar, destituir, diluir el deseo sexual heterosexual. Por eso repito que el tema crucial, central, no resuelto (nunca) de la condición humana es hoy (más que siempre) la heterosexualidad, y no solo en su vertiente gozosa y erótica (con apenas dos o tres siglos de vida) sino también en la reproductiva. Achicar la población mundial junto a la desglobalización es un cometido en marcha con el pretexto de que la producción alimentaria mundial no alcanza para todos y así centralizar y concentrar aún más una fabulosa acumulación de capital que no es industrial sino financiero, especulativo y tecnológico.
Los muñecos sexuales de «cuerpo» microchipeado -ya casi indiferenciables del cuerpo no protésico ni neuroquimizado del humano real-, son presentados como un adelanto aunque tienen. como política mundial, una definida instrumentación y objetivos eugenésico y genocida (ya provocado en varias regiones). Es el «modernismo reaccionario» del que escribió Jeffrey Herf.
Cuesta digerirlo, pero lo iniciaron los nazis de Hitler. Ahora se ha perfeccionado y presentado en una nebulosa oculta e incomprensible para el sentido común vulgar. Tanto que tiene el apoyo de franjas sociales política y socialmente progresivas. Estas franjas (la «izquierda») aún no han cambiado el paradigma de interpretación, y han sido seducidas y neutralizadas con ideas, políticas e instrumentaciones mediáticas y supractecnológicas para la «autoconciencia» de que sí están «actualizadas». Un ejemplo, es extraño que el poder mundial -y buena parte de las potencias económicas- promuevan el post-neo-modernismo de, por ejemplo, la Diversidad sexual, no tanto para que la homosexualidad deje de ser injustamente condenable sino para entorpecer, cercar, neutralizar y reducir la heterosexualidad.
Estoy convencido también de que la guerra mundial (Tercera o Cuarta) ya ha comenzado y no parece avanzar por ahora -seguro, transitoriamente- mediante la organización de grandes guerras con armas convencionales o atómicas sino mediante la desglobalización (fragmentación, aislamiento) de regiones y continentes enteros, la destrucción económica mundial para ingresar en otro re-orden, las pestes (la actual pandemia es una de ellas, natural o provocada, ya no importa el origen sino las consecuencias) y, lamento decirlo, el proyecto de la Gran Diversidad Sexual alentada desde los centros de poder (con excepciones, proclamadas, como las iglesias). La Derecha del Gran Capital, detrás.
Sé que esta afirmación me ubica conjeturalmente en el campo de los más retrógrados machistas patriarcales fascistas. Otro esquematismo dogmático y macartista (releer «Las brujas de Salem» de Arthur Miller) fácil de prever y muy estudiado por cierto. Además, sin contradicciones, tiene una instrumentación estalinista, a la manera de los Antiguos Comisariados de la Cultura del comunismo soviético que terminó en fracaso rotundo y desalentador después de siete décadas. Hoy es una burocracia que oscila entre la barbarie retrógrada clásica concentracionaria (punitivista y carcelaria en condiciones deplorables) y una nomenklatura académica de presencia de mercado a la moda y progresismo parcializado e imaginario con aporte de los grandes medios..
Algunos movimientos sociales, y parte de los feminismos del Norte, han generado un nuevo mercado de «corrección política» semejante al antiguo moralismo de las Asociaciones de Madres de Familia y Señoras Decentes, el salvacionismo socialista de los primeros socialistas puritanos, el retro-conservadurismo de descendencia evangélica y la mencionada nomenklatura de izquierda progresiva académica con grandes editoriales y medios. Freud y Marx, desmarcados, no sin cierto sentimiento de culpa.
Dos ejemplos nefastos, anuncios de intenciones aciagas para la libertad de expresión (también en arte). El primero, la expulsión en el 2018 del prestigioso Ian Buruma, editor de The New York Review of Books, cuando publicó la versión del presentador radial y músico canadiense Jian Ghomeshi sobre el pasado movimiento hollywoodense MeToo. Ghomeshi había sido acusado y absuelto de cargos por acoso. A Buruma lo despidieron (1). El segundo, el desplazamiento de su cargo de un agente del ministerio francés dedicado a este tipo de casos contra mujeres al permitirse un juicio crítico -dijo «misandria», lo opuesto a misoginia- para calificar un libro titulado «Hombres, los odio» de la escritora Pauline Harmange. Harmange debe tener sus razones para «odiar a los hombres». Pero la sanción al funcionario es vituperable en una democracia liberal burguesa. O muy significativo, según se vea.
2) https://amilcarmoretti.wordpress.com/2021/01/24/activadas-en-la-grieta-del-miedo-por-amilcar-moretti/
https://www.moretticulturaeros.com.ar/el-miedo-como-peste-texto-e-imagenes-por-amilcar-moretti/