RECIENTE RECITAL LUMINOSO DE FLORENCIA BOBADILLA OLIVA. (media docena de fotos por amílcar moretti)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA FLORENCIA DE LAS MISIONES

 

 

           He escrito varias veces sobre Florencia. Flor o Florencia Bobadilla Oliva. Muchacha, chica, piba imponente. No es que sea brillante -lo es, claro- sino que emite brillos, resplandores, fulgores. De blancura que, si uno se detiene, impresiona, encandila. Como una mantilla blanca, como la nata de la leche cuando es blanca blanca. Y blanda. Blanda como el agua blanda, dirían los naranjos en flor.

          Estas fotos las edité tiempo atrás, y otras muchas me aguardan sin que las haya podido percibir bien. Hace semanas que las tengo en una carpeta y no se me daba el tiempo, el lugar, el ánimo. La belleza, la Mujer, para mí, tiene muchos lados, a algunos creo entenderlos, a otros no les veo ni el pelo, muchos me confunden, varios me engañan y yo me engaño, otros me enceguecen, los hay que me fastidian, y también los que me ponen en bronca.

            Florencia, ¿hay que decirlo?, es una mujer. No sé bien qué hace de su vida pero me parece una Mujer de las buenas, las que valen la pena, aunque imagino que habría que seguirle el tren. Que alguien, si la quiere, va a tener que animarse a seguirle el tren, si es que ella engancha vagones detrás.

         He dicho ante otras imágenes suyas que registré que el adjetivo, el calificativo que mejor la define se refiere a la Luz. Florencia es luminosa. Reluciente. Se ve en los ojos, en la sonrisa, los dientes, la piel, la larga y abundante cabellera. Y Florencia tiene peso, cuerpo, volumen. No es de gimnasio ni de pasarela. Impone por su estatura y sus centímetros cúbicos. Y a eso no hay con qué darle. El que mira a través de la lente -eso es un fotógrafo, un tipo que sabe mirar, darse cuenta cómo se ve detrás de una lente- se conmueve, medio como que se desestabiliza, y ahí es cuando, si guarda el equilibrio indispensable, puede imprimir algo de la imponencia bella y suave de esta mujer.

       Florencia es misionera de Misiones, y cordobesa de Córdoba, o algo así, más un tanto aporteñada de Buenos Aires Ciudad, que es por donde en estos tiempos habita, merodea, se mete a fondo y prueba. Canta, antes jazz y bossa y ahora formas nuevas de folclore, fusión y boleros y demás. Como una vuelta al argentino. Florencia habla, para mí, que no salí de la provincia de Buenos Aires, de otra forma. Debe hablar en argentino, eso, que a veces no se entiende, no entiendo. Tanto Hollywood y Mickiland que a veces uno no se entiende en argentino. Debe pasar también en otros países, pero aquí pasa.

 

           Florencia transporta brillos y cuando hace silencio y no la escucho ni la leo (todo por internet, porque yo la presencio muy de vez en cuando, cuando se deja agarrar), eso, cuando no la leo o la veo (poquísimo) en el correo me enojo con ella y le doy gritos escritos. Creo que unas tres veces ya la he «puesto en su lugar» (?), la he retado (?), de comedido nomás, cosa que no sirve para nada porque sabe cuál es su lugar y se ríe (a escondidas) de mis retos, ¿retos?, y sí, y eso que tiene los mejores padres. Lo mejor de todo esto es que ella no escucha, o hace que no escucha. O escucha, saca la conclusión y luego sigue y, quizás, si le sirvió lo que dije o quise hacer y escribir, redirige algo de lo que hace. Supongo, no sé. No creo. No sé.

         Florencia de misiones, cordobesa y medio aporteñada canta aquí y allá y labura en otros laburos para pagarse los garbanzos y la vivienda de dormir, que no es fácil. Y canta. Canta aquí y allá. Y filma, ha estado y está en el rodaje de muchos cortos y ahora en algo más largo. Una de esas películas ha de verse pronto en los cines. Y también algo habrá en el FABICI, el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires.

 

 

Fotos y texto por AMÍLCAR MORETTI. Madrugada del sábado 17 de abril del 2012. Argentina, como a 60 kms. de Buenos Aires.