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Faulkner y otros grandes escritores del siglo XX no prosperaron en el Hollywood del entretenimiento de su época. Pero como novelista Faulkner es de los cuatro o cinco excepcionales de esa centuria. Según el concepto vulgar de Entertainment, los magníficos libros del sureño no son entretenidos. No puede «luchar» contra las redes sociales, y es una suerte que sea así. Además, en cuanto a buena literatura, ¿a quién le importa que la narración sea o tenga «manija», aceleramiento, velocidad?

Escribe
AMILCAR MORETTI
La literatura entretenida. El argumento, la propuesta o plan de la «literatura entretenida». Sería, según entiendo, no escribir allá arriba para que (los lectores) te vayan a buscar, sino salir a buscar los lectores, cazar lectores, hacer de la escritura literaria una «adicción», definen. Se trata de competir, rivalizar con las redes sociales. Así, una novela o relato de calidad, si es «aburrido», no sirve, no va más, aseguran. Dicen que si vas a escribir una página y media para describir una cara o un mueble, entonces la cosa no funciona, supuestamente por anacronismo. Pobre Proust. Claro, dicen, son asuntos de otra época, muy alejados del hoy en materia de compresión. Puede ser. O lo es. Es una pena. Jibarismo.
Verdad es que la literatura -digo, la buena literatura- es tal en la medida en que es leída, en que tiene público. Allí se conforma la integridad de sentido de la obra literaria, que será diferente y acumulará enriquecimiento con cada lector perceptivo, en cada época. Creo que sucede con todas las obras aún llamadas «de arte»: autorreproducen y expanden sus valores a medida que pasa el tiempo, cambian las culturas, aparecen nuevos públicos e interpretaciones. Pero en paralelo, tal vez, la obra de arte literaria lo sea aún cuando permanezca oculta, como los escritos de Kafka, publicados tras su muerte. Un tesoro oculto, que es un tesoro pero también lo es cuando alguien lo descubre y lo pone en valor. Por ahí…
Ser (la literatura) más «interesante, atrapante y adictiva» que Insta no parece una prueba oportuna y apropiada para escribir buena literatura. Pienso que hoy no se trata de «luchar contra la sobredosis audiovisual», que constriñe y conforma las cabezas de otra forma. Pienso que se trata escribir CON Insta, a su lado pero fuera, en paralelo, quiero decir. Otra cosa. La alternativa a esa u otras redes digitales. Cierto, hay que resistir pero no con las armas del adversario, con su estrategia y método de captación, o cooptación, porque de ese modo se ingresa al territorio de juego del enemigo, se está a su merced. Ahí sos de ellos, no CONTRA ellos.
Entretenimiento es una palabra contaminada. «Entertainment». Hollywood: no hay mejor negocio que el negocio del espectáculo. Una cultura entretenida, de entretenimiento, del pasatiempo para tapar el malestar individual, societal y total. Guy Debord trató mucho el tema, y también el alemán Peter Sloterdijk y Byung-Chul Han, surcoreano. Grandes películas del negocio del entretenimiento alcanzan nivel de clásicos, como muchos musicales de la Metro. También, muchísimas películas de entretenimiento no son, siquiera, recordables.
Cervantes escribió Don Quijote en la línea de satirizar y parodiar las muy exitosas y entretenidas, estúpidas novelas de caballerías del siglo XV. Y tuvo éxito él también, con un texto central en la historia de la literatura. No solo creó el género de la novela (tradicional) sino que también resultó lo que en el siglo XX pasó a llamarse entretenido. Su profundidad es difícil de mensurar, pero no por su dosis de entretenimiento. Cervantes y Shakespeare, suele mencionarse. Ser entretenido en literatura no es obstáculo o contraproducente para la literatura más seria. No es incompatible con la profundidad del texto que, en mi opinión, lo da el cómo y no tanto el qué. Y el «cómo» a veces parece o resulta «aburrido», cuando en realidad es complejo, o muy simple, de esa simplicidad que es muy complejo de lograr.
Faulkner, maestro del siglo XX, no prosperó en el Hollywood del entretenimiento de su época. Pero como novelista es de los cuatro o cinco excepcionales de esa centuria. Según el concepto vulgar de Entertainment, William Faulkner no es entretenido. No puede luchar contra Insta, y es una suerte que sea así. Además, en cuanto a buena literatura, ¿a quién le importa que la narración sea o tenga «manija», aceleramiento, velocidad? Lo vertiginoso es para otras texturas, para texturas y sentidos débiles, sin densidad. Texturas de vaciamiento. Mejor que su narrativa (la de Faulkner y otros) no compita en ese terreno, porque no todo es business, aunque There’s No Business Like Show Business. Aceptado esto, hay que reconocer, también, que el sistema estadounidense de bestsellerismo consiste básicamente en novelas, por lo general, horribles. Tan entretenidas que se pierde el tiempo y vacían la existencia, aún más.
Modelo: Aurélie Menninger
