MI IDEA SOBRE LA CRÍTICA Y UNA IMAGEN MÍA. Se sumerge o brota de la oscuridad. Por AMÍLCAR MORETTI.

                Cada vez más, percibo que las obras -fotos, películas, cuadros- que no tienen un mínimo de densidad estética, una cuota discreta de verdad a través de una construcción aceptable, esas obras no pueden sugerir ni motivar ningún escrito valioso. Se podrá decir de ellas que son excepcionales o fuera de lo común, pero el juicio valorativo no se sostendrá mucho tiempo por la sencilla razón de que la obra misma, en breve, será tirada al tarro de basura. Y sobre todo porque su reflexión crítica -seguro- carece de belleza, no está bien construida con el lenguaje, no contiene verdad.

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Imagen compuesta por AMILCAR MORETTI, BUENOS AIRES.

Escribe
AMILCAR MORETTI

             Quienes me hayan seguido con detenimiento en las últimas décadas a través de la lectura de mis notas, comentarios y críticas de cine, más que nada «escritos», como me gusta llamarlos porque no ingresan en ningún formato codificado, saben que después de miles y miles de películas vistas y de textos publicados en prensa gráfica, en cursos y ciclos de cine, entiendo a la Crítica -cualquiera sea la disciplina o arte a la que se dirige o sobre la cual se ejerce- como una de las formas de la Ficción.

            Salvo una única lectura una vez publicada, nunca revisito esos textos, en general por temor a rusticidades y gruesas equivocaciones, sobre todo de juventud. Son miles de publicaciones. 4 o 5.000 almacenadas en papel o digital, que no leído nunca más, a punto tal que me sucede no reconocerlas cuando alguien me lee un fragmento de ellas que ha guardado porque lo disfrutó en su momento.

                     Tengo la certeza que mis mejores escritos sobre cine, reflexiones en torno de un filme, una fotografía, una pintura -a veces apenas una frase o adjetivación- son aquellos en los que he derivado de a poco hacia la ficción. Cuando digo ficción casi seguro digo metáfora. La gran falacia de la crítica es haber creído en algún momento que era una ciencia o disciplina exacta. Y no es así. La Crítica es una de las formas, una variante o especie de la Ficción.

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Imagen compuesta por AMILCAR MORETTI. BUENOS AIRES.

        

          Ficción no significa mentira. No significa «inventar» en el sentido vulgar del concepto. La ficción es otra de las formas en que se expresa la verdad, y acaso una mejor o más sugerente y expresiva manera de exponer lo que uno advierte como verdad en una obra. Por supuesto que siempre hay implícita una valoración de la obra de arte, un juicio valorativo sobre ella. Pero en las últimas décadas, cada vez más, percibo que las obras -fotos, películas, cuadros- que no tienen un mínimo de densidad estética, una cuota discreta de verdad a través de una construcción aceptable, esas obras no pueden sugerir ni motivar ningún escrito valioso. Se podrá decir de ellas que son excepcionales o fuera de lo común, pero el juicio valorativo no se sostendrá mucho tiempo por la sencilla razón de que la obra misma, en breve, será tirada al tarro de basura. Y sobre todo porque su reflexión crítica -seguro- carece de belleza, no está bien construida con el lenguaje, no contiene verdad.

    
           En cambio, una buena imagen, película, libro o pintura que desborde la media de la estética aceptada, tiende a suscitar estimulantes o profundas reflexiones en el otro creador, el llamado crítico. Son estos críticas o escritos que en sí mismos tienen su valor estético y de verdad en la medida en que buscan exponer la cuota de esteticidad y verdad de la obra percibida o analizada.

          El buen escritor de críticas de arte sabe que su pieza escrita debe ser algo valioso en sí y por sí misma. George Steiner, un parisino nacido en 1929, considerado el mejor escritor de crítica vivo, el Mejor Escritor de Crítica y Análisis Literarios, conoce muy bien esto. Sus Reflexiones más impresionantes, más atractivas y profundas, son la mejor literatura que pueda leerse hoy. Son las que están escritas como corresponde al gran escritor que es.

          Yo, humilde y también con vanidad, intento esta vez continuar mi labor de siempre y, como he hecho muchas ocasiones antes, exponer sobre una obra. La diferencia  es que se trata de una obra de mi propia producción: una foto. La foto de una muchacha desnuda, sumergida en la oscuridad y con una poca de luz que la ilumina de modo parcial. Sale, o bien ingresa, en esa oscuridad. Sobre ello hablo.

           UNA CRÍTICA. INTERPRETACIÓN DE LO MÍO

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Imagen compuesta por AMILCAR MORETTI. BUENOS AIRES.

        

Escribe
AMILCAR MORETTI

                         Se retrae sentada frente a la ventana, uno de cuyos ángulos alcanza a verse (arriba, a la derecha). La toma fue registrada desde un punto de mira elevado, en picado, y ella me mira o mira la cámara, seria, inquisidora, con un ojo. Su otro ojo queda en la oscuridad. Es frecuente en Ariana ese gesto adusto en la línea de los labios, una marca severa que no pocas veces en las comisuras termina hacia abajo, como en malestar, o meditadora. Parece perdida en un adentro, algo ausente, indiferente más que serena, con ese rictus de amargura que vuelve una y otra vez, como explícito de su boca. No sonríe con facilidad; menos aún, ríe.

          Su ojo mira, inquiere, pregunta pero sin pasión, siquiera sin demasiado compromiso en su interés. Como que me objetualiza, me espía sin demostraciones aunque con cierta atención por momentos, en regreso de su vagabundeo mental, perdida en sí misma. Como que ejerciera un reproche desvalorizador ante el que registra su cuerpo desnudo: por un lado, ese ojo parece ponerse por encima del otro, sabiendo del poder de ese cuerpo desnudo. Pero por otro lado, esa descalificación aparente se vincula con un algo impreciso de denigración propia: curiosidad por saber porqué motivo alguien, un hombre masculino, un desconocido hasta horas antes, puede interesarse en fotografiar ese cuerpo, el suyo, que es probable a ella no le merezca un juicio de valoración apreciable.

          No tiene maquillaje -seguro, no lo acostumbra- y su nariz no es pequeña o armoniosa. A mi entender no la afea; la califica. Fortalece su gesto duro, serio. Desconfiado, diría. Presupongo que desconfía de los hombres, de los varones masculinos. La boca, sin embargo, larga, amplia, de labios carnosos, es apetecible. Una boca que reúne las condiciones para besar en plenitud. No todas las bocas femeninas prometen o anuncian esa cualidad sugestiva y atrayente. En compensación, la severidad inquisidora de los ojos pone distancia, aleja al varón, que se siente frenado.

          Cabe interpretar una actitud viril en su mirada, más que nada defensiva. Es en el fondo una mirada que no ha de sostenerse: es mujer, y en ciertos terrenos, deberá ceder aún contra su deseo, coaccionada por el marco social femenino del que se supone quisiera desligarse por lo que, supongo, debe entender como debilidades. Imagino que en su niñez debe haber sido intrépida, «varonera», con destrezas físicas que le servían para competir con los niños varones aún cuando luego, o en el momento oportuno, se replegara a su condición de mujer.

          Es una mujer sensual. Lo sabe pero, creo, se lo niega, o lo teme, frente a la mirada masculina. Lo he visto en muchas mujeres: son sensuales pero temen a su propio cuerpo por miedo a no poder afrontar lo que ese cuerpo suyo suscita en el otro. Es en el fondo una forma de especulación, donde muchas lo adoptan como manera de manipulación. Vestida, no desea acentuar ningún rasgo de exuberancia femenina.

       Puede pensarse que se refugia en pautas de pensamiento con las que pretende tomar distancia y repudiar las exigencias que la cultura de consumo impone a la mujer para venderse en el mercado de las relaciones sexo-amorosas. Tiene un toque que, en clasificación gruesa, puede definirse como hippy feminista homoerótica. Pero son calificaciones imaginadas. En muchísimas chicas jóvenes encuentro hoy lo homoerótico como una especie de provocación frívola y mecanismo de defensa frente al reclamo masculino de los varones hétero, al que no saben cómo responder o del cual no disfrutan. Tema más interesante, una «moda» para reflexionar alrededor de lo lesbiano como una forma emancipada del no manejo de lo heterosexual.

          Ella rechaza, sí, de forma explícita -se advierte desde que aparece antes de la sesión fotográfica-, cualquier rasgo de seducción femenina en la indumentaria, peinado y cosmética maquinado por una sociedad que, si manejada por los hombres, da a las mujeres armas de manipulación para reducir todo al dinero, para que todos, hombres y mujeres ganen dinero y posición social, considerados valores máximos. Actitud externa típica, no nueva y previsible en una edad y ejercicio de actividades -las de artista (ella es fotógrafa) y modelo ocasional- que se suponen en los márgenes de lo convencional.

          Pero, si hubiera vestimenta no puede ocultar sus formas, salvo la fortaleza de sus caderas y muslos. Hay allí -caderas, muslos- un toque que también pretende en vano lo masculino, no derivado tanto de una supuesta inclinación hacia la protesta anti-machista y el refugio inter-femenino como del temor, el miedo, el no saber qué hacer frente a los hombres, el cómo manejarse sin durezas con los varones masculinos. Acaso -lo supongo nada más-, al dudar o autodenigrar su belleza femenina, que la tiene y mucho, se debilita frente a la masculinidad reclamante, y nunca ha de estar segura, hace suponer su externa apariencia, de poder «completar» a un varón masculino, a los que en consecuencia, de ser más o menos veraz esta conjetura en función de lo que puede interpretarse de una fotografía, ha de adjudicar fantasías de un poder por sobre ella o al menos un manejo de los que carece o envidiaría. No sé si es así. Sólo trato de mirar una imagen. 

          Ella desmiente muchas de estas interpretaciones al desnudarse. Su cuerpo desnudo es explícito, contundente, fuerte, bien plantado, seguro, sólido. Cuerpo deseable y firme de mujer joven pero madurada. Se nota la experiencia y la capacidad, aún más, para completar a cualquier varón de igual a igual, lo que puede intimidarlos. Un cuerpo pleno. Busto no muy voluminoso pero suficiente, justo, preciso, coronado con lindos pezones. Los pechos tienen una caída suave que los hace más atractivos, pese a su tamaño discreto, en demostración del equilibrio entre la blandura plumosa y la turgencia firme, que hacen suponer la conformidad de cualquier partner sutil, buen degustador de los detalles naturales.

          Un brazo, el izquierdo, está entre las piernas. Ella yace sentada a lo ancho de lo que, puede suponerse, es un sillón. Se apoya sobre el costado derecho del sillón y tiene las piernas dirigidas en diagonal, hacia el ángulo exterior izquierdo del sillón. Una pierna, la izquierda, con zapato negro de taco bien alto y con tobillera desmiente el toque actuado de masculinidad que, como ya conjeturé, podría querer sostener para evadir aproximaciones con las que no sabe qué hacer, si rechazarlas de modo frontal, ceder o regularlas. El buen observador puede adivinar en ese zapato negro de taco y tobillera un pie muy atractivo, no pequeño pero sensual, en las líneas de su arco. Esos estiletos, dijo, eran de otra época, de su pasado, y pudieron haber sido estrenados para seducir mujeres, o varones.
 
         La pierna derecha, la que me enfrenta, la que muestra al fotógrafo y al espectador lleva una media negra transparente con elástico a mitad de muslo. Se cae aquí del todo ante la mirada cualquier hipotética virilidad. Ese muslo enfundado en una media negra contrasta con su carne blanca y muestra una firmeza y fortaleza que la convierte en una pura mujeridad que supone el vigor como para satisfacer cualquier intercambio. Pero, la media negra fue invento mío. Un detalle: la mano derecha -con un anillo en su anular- se apoya  abierta con sus dedos largos sobre ese muslo fuerte y contundente, entre el elástico y la blancura desnuda de la piel.
 
       Ella brota o se retrae hacia la oscuridad y mira hacia arriba, a su costado derecho, mientras frente suyo la luz  penetra tenue al final de la tarde y alcanza para iluminar parte de su rostro y medio cuerpo. Emerge de la seminegrura, quizás. Sin embargo, es más aceptable para la composición y encuadre de la imagen, para sus contrastes y gradaciones de luces y negros, que ella derive de a poco hacia atrás, retirándose de modo gradual a medida que la luz baja y en rayo tenue pero enfocado la alcanza a ella, a su cuerpo, a su rostro, hasta que todo, cabe suponer, se hunda en la oscuridad. Es, en ese sentido, una fotografía gradual y de escamoteo, donde lo que no se muestra en cuanto a corporalidad desnuda y otras evidencias del escenario predominan sobre lo advertible y que pueda aseverarse con relativa certeza.

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Imagen compuesta por AMILCAR MORETTI. BUENOS AIRES.

Viernes 7 de octubre 2011. A 60 kms. al sur de Buenos Aires.

Autor: Amilcar Moretti

AMILCAR MORETTI: Escritor, periodista y fotógrafo Sitio web central: ERÓTICA DE LA CULTURA www.moretticulturaeros.com.ar Desde el 2010. Buenos Aires. Mi mail: amilcarmoretti@hotmail.com Escritor de periodismo y fotógrafo de desnudo femenino en situación cotidiana.Crítico de cultura, cine, arte y sociología de lo cotidiano durante cuatro décadas en el diario EL DIA (www.eldia.com) de la Argentina. Creador en el 2010, autor y titular del sitio ERÓTICA DE LA CULTURA magacine de cultura, erótica y política. Blog complementario: htpps://amilcarmoretti.wordpress.com AMILCAR MORETTI Writer, journalist and photographer Central website: EROTICA OF CULTURE www.moretticulturaeros.com.ar Since 2010. Buenos Aires. Mail: amilcarmoretti@hotmail.com Journalism writer. Female nude photographer in an everyday situation. Critic of culture, cinema, art and sociology of the everyday for four decades in the newspaper EL DIA (www.eldia.com) of Argentina. Creator in 2010, author and owner of the site ERÓTICA DE LA CULTURA magazine of culture, erotic and politics. Complementary blog: htpps://amilcarmoretti.wordpress.com

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