Entonces recomienza el círculo en vacío –tal vez el deseo, tal vez la obsesión: las mujeres se preguntan quiénes son, al igual que lo hacen sobre ellas algunos varones masculinos. Se angustian y se encuentran sin lugar fijo. Muchos tipos aprovechan y les dan una patada en el culo. Otros intentan aún conocerlas. Hay que tener mucho cuidado: si se les pregunta muy directo, matan al mensajero.
«Crees que amas al amor, pero no es cierto; amas la idea del amor».
«¿Sabes Bertrand, hace cinco años hice sufrir a un hombre y lo siento; yo era demasiado joven para poder comprender. Ahora estoy segura de una cosa: Quien hace sufrir, sufrirá a su vez; estoy segura que tú sufrirás, Bertrand».
«… siempre amé la soledad. Sin embargo, la soledad me llevó dos días más tarde a meterme en aquel cine en el que se proyectaba una película documental, yo que siempre quise nada más que la ficción».
«¿Era decididamente imposible experimentar placer sin causarle mal a alguien?» (*)
“El hombre que amaba a las mujeres”, Francois Truffaut. Págs. 146-149. Editorial Goyanarte, Buenos Aires, 1978.
Lara Stone (*)
-¿Por qué los hacés? -me pregunta-. ¿Por qué sacás fotos de mujeres desnudas?
-Para saber cómo son las mujeres -contesto, rápido-. No sé cómo son.
Lara es alta y carnal, rubia de cabellera larga y ondulada. Me parece inabarcable.Tiene pies grandes y podría ser una modelo escandinava, pero no lo es. Sus labios son carnosos.
-¿Los hombres se preguntan eso? -pregunta sorprendida.
-No, todos no. Sólo los que las quieren -respondo-. Mis amigos tampoco saben cómo son las mujeres, dicen que saben, pero no les interesa, o tienen miedo de saber.
Hay una pausa, muy breve, pero de sentido silencio. En ese momento cometo otra de mis equivocaciones, definitiva con Lara.
-No se preguntan. Las usan como desagote. Se alivianan en las mujeres. Para ellos, no son. Están pero no son. Las mujeres, muchas, se emparejan entre ellas, como si fuera una compensación, pero siguen a ciegas con los tipos-.
Vuelvo a recordar que cuando a una mujer se le dice todo, para su lucidez, no cogerán juntos nunca en la vida. Escuchan eso y te despiden para siempre.Tal vez lo usan luego para manipular o tomar revancha sobre los varones. Anoche, un payaso de circo le dijo a otro en una película española reciente: “¿La equilibrista te ha dicho que quiere ser tu amiga? Entonces no has de follar nunca”.
-¡Pero es que yo gozo!-, interviene Lara.
-Sí, puede ser. -digo.
Me encojo de hombros: -Sí, pero, como muchas que veo, vas con los ojos vendados y un palo tratando de darle a la piñata de hombres-.
Y, aclaro, como siempre: -La piñata de varones masculinos-.
-Además -agrego ya en el cadalso-, si seguís buscando después de tantos que tuviste, como contás, es porque no encontrás lo que buscás. O no sabés lo que buscás ni a quién buscás.-
Se queda mirándome. Cuando se vuelve para irse, pregunto:
-Pero las mujeres, ustedes,¿se preguntan lo mismo?
Sin responderme se aleja para vestirse, con fuerte taconeo.
“Tal vez es biológico”, me digo. “Tienen una función: perpetuar. Con las nuevas utopías femeninas, en mescolanza con las tecnologías, se ha debilitado esa seguridad. Dudan, ambivalentes. O prueban con tener hijos de dos mujeres. Es la ilusión de la maternidad, el amor y el sexo en combinación con la independencia, sin el varón masculino que se pregunta –si ellas tienen suerte, no valorada, claro- cómo son, quiénes son ellas”.
“Los que nos preguntamos cómo son las mujeres –sigo- las hacemos dudar. Los que no se preguntan, las usan y no las hacen ser. No las hacen sentir que son. Eso las ha hecho dudar. Estaban seguras, o resignadas, y después… Buscan otra mujer porque dicen que las conocen más, porque ambas son mujeres. Desconfían, desechan o manipulan al varón, los subvaloran, no sin razón.También los usan para ver qué se siente de eso que, dicen, sienten los varones. No lo logran: no son varones. Nunca lo serán.
Entonces recomienza el círculo en vacío –tal vez el deseo, tal vez la obsesión: se preguntan quiénes son, al igual que lo hacen sobre ellas algunos varones masculinos. Se angustian y se encuentran sin lugar fijo. Muchos tipos aprovechan y les dan una patada en el culo. Otros intentan aún conocerlas. Hay que tener mucho cuidado: si se les pregunta muy directo, matan al mensajero.
Escrito por AMÍLCAR MORETTI
Domingo 6 de noviembre 2011.
Buenos Aires-La Plata
(*) Los acápites de esta nota pertenecen a «El hombre que amaba a las mujeres», de Francois Truffaut. Pags. 146-149. Editorial Goyanarte, Buenos Aires, 1978. Truffaut, el gran cineasta francés fallecido, hizo una película magnífica con ese título, un estudio trágico y quizás irónico sobre lo paradojal e incomprensible del amor. Su protagonista, Bertrand Morand, estuvo a cargo del gran actor Charles Denner, también fallecido.
(*) La foto de Lara Stone es del francés Patrick Demarchelier. Stone, nacida en Alemania y educada en Holanda, es hoy tal vez la modelo internacional más preciada. La foto pertenece a la campaña de Industrie, junio del 2010, titulada «How to Look Good Naked. Lara Stone Desnuda».
Amilcar Moretti 