La aprecio como una película pausada y detallista, con un estilo cuidadoso, de algún modo estetizado. Logra generar intriga y hacer palpitar el sentido dramático. Si bien termina con sangre, no llega a ser tragedia, sino un drama doloroso. Años 20 del siglo pasado y vaqueros-cowboys homosexuales reprimidos. En cierto sentido, una versión simplista de la homosexualidad masculina, reprimida o exhibida. El contacto con la autora de la novela -después película- de «SECRETO EN LA MONTAÑA» (Brokeback Mountain, 2005, tres Oscar) explica lo suficiente en materia de intenciones. Es una mirada femenina de la masculinidad, y tiene aspectos asertivos y otros desconcertantes que parecen ligar con ciertos feminismos misándricos: por momentos parece que justifica el homicidio para conservar una unidad familiar ya deteriorada.
Pone en contraposición a dos tipos de hombres homosexuales: el delicado y urbano, que comete el asesinato (o lo sugiere) y el rudo y rural, cuya agresividad es defensiva. En alguna medida, percibo que hay un mecanismo artificial, algo «tramposo», como un señuelo, en la composición del relato y el drama. Buenos momentos, buenas situaciones y un todo al que se le notan algunas costuras en la construcción para condicionar un «mensaje» o sentido hacia una demostración en todo caso incierta, que hace dudar.
No define, genera preguntas, pero parecen al final preguntas efectistas sobre un asunto turbulento y atormentado que no deja escape a los personajes. Y hay una mirada vengativa y hasta de odio: debe sacrificarse a alguien, como un cordero, un «malo», en verdad un atormentado no tan violento como lo hace suponer. Ambigua, como su calidad como película.