Hay Momentos. Momentos que solo comprenden el autor y la modelo. Lo sienten ambos y saben que el tema es la pasión y entrega interior, integral, no la del cuerpo, pura máscara, pura carcaza y también, no olvidarlo, pura expresión de lo sentido al vivir. Un cuerpo, un rostro son la historia, mapa y plano de la vida vivida. Hay una renacida tendencia de braguettoni (Daniele da Volterra, ayudante de Miguel Angel que por orden de Pío V tapó con bombachones y otras cosas los desnudos de la Capilla Sixtina, que el Gran Maestro pintó con consentimiento de Pablo III). Lo peculiar hoy es que se trata de braguettoni femeninas, que hubieran encarcelado a Vermeer por acoso y violencia contra la muchacha de la perla. Vermeer hizo la perforación en la oreja de su empleada doméstica para insertarle un aro con perla y convertir esto en una de las pinturas más valiosas de la historia (1665, Holanda). Está repleto hoy de mujeres braguettoni, casi más en el peronismo académico que en la derecha retardataria o con las antiguas señoras de sacristía. Se equivocan los que hablan de “feminazis”, calificativo desagradable. Yo las encuentro como miembros de nomenklatura estalinista, comisarias de cultura. Académicas progresistas, funcionarias que no funcionan. Extraño a Nilda Garré. Fotografío a mi propia Tronie.
AMILCAR MORETTI
Amilcar Moretti 