COVID Y ESCUELA: EL ODIO COME A SUS HIJOS

Escribe
AMILCAR MORETTI        
                     La Depresión Covid, podría denominarse, apresuradamente, pero con la sensación hoy de no estar demasiado desacertado. Se advierte como una sorpresiva combinación de pesadumbre, encierro, somnolencia y bronca. En casos, odio reprimido que aflora, originarios rencores que no pueden contenerse y se escupen al otro, al gobierno, con el peligroso aliento de los medios de comunicación.

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              Puede notarse en el desaliento al despertar por la mañana, con una sensación de desgano. Puede escaparse en un gesto de impaciencia e irritabilidad durante una pequeña gestión diaria en la salida fugaz a la calle. Se siente en la baja del grado de tolerancia al otro, a sus dichos, sus conductas mínimas y explota como ahogo, como indigestión cuando se observa cerca el odio y furia malsana del desconocido, o del vecino.

                Es como un acobardamiento colectivo, de causas más que razonables, y a la vez inducido. La atemorización real junto la bronca, el deseo de muerte (del otro) por la frustración que implica la guerra -pandemia- del virus imperceptible. Afecta a todos, también a los que -desconcertados, aterrorizados- deben curar y dar asistencia, a aquellos que diagnostican -tal vez, a esta altura sin demasiada certeza- «Depresión» reactiva o, simplemente, desolación existencial. O, más terrible, primitivo odio social de clase («infectadura»).

                Encrucijada confusa y a la vez clara: si se sale a la calle, reaparece el riesgo de muerte; si perdura el encierro, lo mortífero va por dentro, anímica, conductualmente letal, agresivo, en. ensimismamiento, embotados ante lo incomprensible e inesperado. «Y al fin andar sin pensamiento…», define, magistral, el tango de los Expósito (1).

             Si la fábrica sube sus persianas, la muerte ingresa. Si baja las cortinas, «mueren» trabajadores y patrón, aunque en situación de desigualdad. El segundo puede resistir más que los primeros. Si los chicos asisten a la escuela, rebrotan los contagios, también entre ellos. Si no asisten, la tensión explota en el hogar acostumbrado a la escuela como albergue y depósito. Algunos padres parecen «enloquecer» por la pérdida de uno o dos años (tal vez más, quién sabe) de escolaridad, en un momento en que puede pensarse que la revolución tecnológica y la pandemia mundial vinieron a asestar el golpe de gracia a muchas creencias e instituciones, por ejemplo, la escuela, una organización que ya cojeaba, y que fue muy maltratada durante cuatro años desde el 2015, al igual que los hospitales públicos.

             En momentos así se extraña a gente como la estadounidense Susan Sontag (madrina obligada de ERÓTICA DE LA CULTURA), quien supo escribir libros imprescindibles sobre las grandes enfermedades de época: la tuberculosis a principios del siglo XX, y el SIDA a finales de la centuria. Pero también se extraña la voz gruñona pero necesaria del argentino Arnaldo Rascovsky (1907-1995), gran psicoanalista, autor de «La universalidad del felicidio» (1986) (2), cuando hoy se ve en Buenos Aires a madres pidiendo con sollozos que sus hijos pequeños vuelvan a la escuela, quizás, es probable, para enfermar. O morir. El matadero.

                   «No nos queda más remedio que revelar la verdad, alguien tiene que revelar la verdad y tenemos que empezar a ver esta verdad en todas las latitudes. Porque ahora viene una cosa singular: el probable que el filicidio, el asesinato del hijo, provocara un gran desarrollo tecnológico». (…) «Eso explica porqué los apologistas de la guerra (…) señalan el enorme progreso tecnológico que traen las guerras, y eso es evidente», anuncia Rascovsky.

                    «Pero recién  estamos comprendiendo el porqué. Porque la guerra es la gran organización para matar a los hijos. Porque si la matanza de los hijos implicó el fundamento de la cultura y el consecuente progreso tecnológico, la gran matanza de los hijos produce el gran progreso tecnológico. Lo que nos cuesta aceptar, como nos cuesta aceptar el filicidio, es que esa generación gerontocrática , esos viejos que gobiernan y hacen la guerra, la efectúan (…) contra la nueva generación que los puede sustituir». (3)

(1)
«Primero hay que saber sufrir,

después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento.
Perfume de naranjo en flor,
promesas vanas de un amor
que se escaparon en el viento.

«Después, qué importa del después
Toda mi vida es el ayer
que me detiene en el pasado
Eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado
como un pájaro sin luz».
«NARANJO EN FLOR», de Homero y Virgilio Expósito
Fuente: LyricFind

(2) Arnaldo Rascovsky y colaboradores, «La univers    alidad del filicidio», Editorial Legasa, Buenos Aires, 1986.

(3) Pág. 49, Arnaldo Rascovsky, «La universalidad del filicidio». Edición citada. 

Autor: Amilcar Moretti

AMILCAR MORETTI: Escritor, periodista y fotógrafo Sitio web central: ERÓTICA DE LA CULTURA www.moretticulturaeros.com.ar Desde el 2010. Buenos Aires. Mi mail: amilcarmoretti@hotmail.com Escritor de periodismo y fotógrafo de desnudo femenino en situación cotidiana.Crítico de cultura, cine, arte y sociología de lo cotidiano durante cuatro décadas en el diario EL DIA (www.eldia.com) de la Argentina. Creador en el 2010, autor y titular del sitio ERÓTICA DE LA CULTURA magacine de cultura, erótica y política. Blog complementario: htpps://amilcarmoretti.wordpress.com AMILCAR MORETTI Writer, journalist and photographer Central website: EROTICA OF CULTURE www.moretticulturaeros.com.ar Since 2010. Buenos Aires. Mail: amilcarmoretti@hotmail.com Journalism writer. Female nude photographer in an everyday situation. Critic of culture, cinema, art and sociology of the everyday for four decades in the newspaper EL DIA (www.eldia.com) of Argentina. Creator in 2010, author and owner of the site ERÓTICA DE LA CULTURA magazine of culture, erotic and politics. Complementary blog: htpps://amilcarmoretti.wordpress.com

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