Porque desde hace rato que se parece a nada, a sanata, a soborno, a intentar ganarse el puchero, naturalmente, pero presentando como central lo que es accesorio y, para colmo, desde una mirada terciada, ni siquiera propia. Eva Perón, estoy seguro, les hubiera dado una flor de patada en el culo. Y con algunas minas así, fuertes o puro simulacro, lo hizo.
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AMILCARMORETTI
Si no fuera porque suma al desaliento y requiere el esfuerzo adicional de renovar la apuesta una vez más, dan ganas de imprecar y maldecir cuando se es testigo del gradual y sostenido desvío y caída de un diario argentino que pareció nacer y crecer para una cosa y se convierte en otra cosa. En Esa Cosa, tienta decir.
Rajan, despiden, expulsan, se alejan, se van, dejan ir a sus mejores escritores, esto es, sus mejores periodistas. Por alguna razón, tal vez el patriarcado, acaso el machismo de la historia, dicen, vaya a saberse, eran todos o casi todos hombres, varones, masculinidad. Cosa e´mandinga, casi como hecho a propósito para ser puteado y descalificado por machista o algo peor.
Para colmo -y sí, parece cosa e´mandinga-, le encargan la etapa a mujeres, periodistas, varias realmente sustanciosas y con voz propia, otras no tanto -fijadas en discursos hechos, congelados, y como con bronca y junando-, y el resto aprendices con buenas (o apresuradas) intenciones, no siempre claras, como confundidas o sin saber, dispersas unidas por un velo. El que ha sido periodista y escrito por décadas sabe bien de qué trata todo este proceso, tanto en laburo concreto al poner el lomo como en simbolizaciones, a veces saliendo al toro con lo que se tiene (y a veces es muy poco) y otras en conocimiento de aquello de lo que se escribe y publica, arriesgando el límite. Aclaro: el límite es poder dar de comer a los tuyos.
Pero ver un diario -persisto en comprarlo- que se diluye en papel que no dice nada o termina por decir y defender vacuidades, peor aún, aquello que no es lo central y para colmo presentado como «lo» central, te boicotea el ánimo, aún cuando lo haya visto muchas veces en mi vida, al menos, desde los primeros años 50 del siglo pasado.
Ver a las colegas, minas ¿compañeras? en feminismos imitados, traídos -mandados- desde el Norte, como cuando durante la invasión a la desgracia que es Afganistán se usó hasta el cansancio batir el parche del escarnio de las mujeres como justificativo, pretexto de la matanza colonial y de la repartija de riqueza apropiada y despojada, todo en función del ultraconservadurismo talibán, y hoy, ver a esas mismas periodistas, o a ese mismo diario callar la boca hasta el silencio absoluto cuando el dominio talibán es total, da, por lo menos, para dudar de intenciones y objetivos.
Cuesta digerir que se dedique una larga nota-reportaje, confiriéndole importancia, a la exclusión de la actriz de un proyecto teatral que no alcanzó a ser y, es probable, no sea por mucho tiempo. Por ejemplo, quitarle espacio a un tema central, crucial, por citar solo uno de ellos, del río Paraná y las exportaciones argentinas y cedérselo al pasado problema de una intérprete -buena actriz, es cierto, pero no guía o paradigma de la escena, sabia de los escenarios- que por cuestionar la sustancia de su personaje femenino es separada de un plan de emprendimiento, y hacer de eso una supuesta ejemplificación de la lucha por la emancipación -aunque sea de la condición femenina- es, al menos, como mínimo, un despropósito, una banalidad, una caradurez de semejanza Canosa, una subestimación del lector, un aporte al emboludecimiento activo del ciudadano, o de lo que queda de él, el Ciudadano, digo.
Solo alguien que no ha tenido que laburar en su vida, en toda su vida, y cuando digo laburar digo agachar el lomo y entregar lo mejor y más esforzado durante ocho, diez, doce horas diarias para recibir un salario que no llega al 15 o 20 de cada mes, y eso por años, y haciendo lo tuyo, lo que se supone que te gusta, digo, solo alguien -actriz o periodista o lo que sea- que no haya tenido que laburar en serio en su puta vida puede hacer semejante operatoria en falsete. Solo alguien al que no han dejado sin trabajo y con hijos chicos que mantener por haber participado en huelgas o simplemente haber defendido algunos principios sociales básicos, solo alguien que no pasó por esas puede suponerse Agustín Tosco con polleras en la cárcel de Trelew.
Cualquiera que haya tenido que deslomarse en una empresa capitalista sabe, conoce, que -si sos inteligente- podés maniobrar, hacer juegos de cintura, captar intersticios, pero que siempre, siempre se hace lo que el capital quiere. Un diario es un capital invertido y se hará siempre,casi siempre, más fiel, menos ortodoxo, lo que la empresa (capitalista) exige, reclama, pide.
Sencillamente, salvo que sea un recurso del negocio, no podés hacer el leninista en un diario o medio comunicacional de Trump. Si no ayudás a la plusvalía teatral y querés plantear la revolución de las mujeres y darle una patada en las pijas a todos los tipos, es probable, es seguro, que -con suerte- avisen por mail que estás fuera. Si encima te pensás Juana Azurduy jefa de regimiento de liberación con esposo e hijos muertos, entonces es que irremediable, lamentablemente, buena actriz o mala actriz, estás entrampada no ya en el negocio del teatro comercial sino en la burbuja de la pequeña burguesía porteña que vive la realidad mirada detrás de la persiana de un sexto piso.
Es vivir en otro mundo e intentar hacer sin avergonzarse un diario para otro mundo, otro mundo -aclaro- que no se sabe si ha de venir y que en última instancia no quiere ser leído por la casi totalidad de los que aún leen, sencillamente porque ya no le creen -al diario-, porque ya no es lo mismo, y porque desde hace rato que se parece a nada, a sanata, a soborno, a intentar ganarse el puchero como sea presentando como central lo que es accesorio y, para colmo, desde una mirada terciada, ni siquiera propia. Eva Perón, estoy seguro, les hubiera dado una flor de patada en el culo. Y con algunas minas así, fuertes o puro simulacro, lo hizo.