EL CORTEJO AMOROSO HETERO EN UNA GALERÍA DE ARTE
Me pregunto si en el contexto represivo instalado por el nuevo protocolo de cortejo amatorio el comportamiento de Jonathan Michael Batiste es «acoso» en galería de arte, tal vez el espacio más refinado para la interrelación inesperada entre humanos. El realizador del video Alan Fergunson algo sabe al respecto en lo cinematográfico: basta recordar la célebre escena de «Vestida para matar» (1980) cuando Brian de Palma hace que Angie Dickinson persiga desesperada a su cazador por los pasillos del Museo Metropolitano de Nueva York (en verdad, filmado en el Museo de Arte de Filadelfia). Surge la cuestión de la «insistencia» de Jon que no desiste en su creativa «manipulación» para captar la atención de ella, y al final sumarla.
Claro, Jon no solo es una figura de la televisión estadounidente. Nacido en 1986 en Louisina (cuna del jazz, al sudeste de Estados Unidos, entre Texas y Alabama), es un habilidoso bailarín y por sobre todo un buen músico de jazz de las nuevas generaciones. En el video el músico aprecia un afiche modernista enmarcado cuando ingresa una chica afro, como él, y se detiene frente a la foto de un grupo de bailarines negros en los años 50, o 60, quizás, con una coreografía de Jemel McWilliams que toma los estilos de baile Lindy Hop & Jitterbug de Harlem en los 1920 y 1930, . Hace un comentario más que nada dirigido a ella; ella no acusa. Lo mira y tras cortante respuesta cruza al cuadro de la pared opuesta.
Jon no se amilana. «Insiste». El amor es también una cuestión de insistencia y perseverancia. Un trabajo de construcción, ladrillo sobre ladrillo, si no, no hay encuentro, pareja, amores, compañía. Lo saben bien las diversidades sexuales, las lesbianas, los homosexuales, y también las feministas radicales que ponen en paralelo «insistencia» y «acoso». En los lugares de encuentro las chicas que gustan de chicas usan similares recursos de reiteración, si alguien les interesa. Igual los gays. Como los heterosexuales. Empero, no hay denuncias o escraches de «acoso» por intentos de seducción persistente entre chicas lesbis y homosexuales varones.
«Insistencia» es un concepto ambiguo, relativo, como el de «promiscuidad» en tiempos de VIH. ¿Cuánto es promiscuo, aparte del preservativo, cuánto? ¿Tres encuentros en un mes, ocho, veinte encuentros en tres meses, cuántos vínculos sexuales o íntimos amatorios hacen falta para ser «promiscuo»? ¿Y cuándo es promiscuo? ¿Es lo mismo en la clase media en que cada habitante de la casa tiene su habitación que en los sectores populares pobres en que media docena de personas puede compartir uno o dos espacios? ¿Y qué pasa con el «poliamor» que parece chocar con el protocolo contra «predadores» sexuales masculinos? (¿Hay predadoras sexuales?).Un protocolo «progresista» que, más que nada, parece confrontar en regresión con la «liberación sexual» predicada en los 60 y 70, hasta el fin planificado de los hippies allá en el Norte y la última dictadura cívico-militar aquí?
Jon insiste. Comienza a moverse cuando la música brota y la fotografía con sus bailarines en blanco y negro trae color. Así parece continúa haciéndose. Después los bailarines comienzan a saltar fuera de la imagen, en una idea tomada de «Un americano en París» de Minnelli cuando Gene Kelly ingresa al París de Toulouse-Lautrec. O de «Sueños» (1990) de Kurosawa, cuando el aprendiz de pintor ingresa en una pintura de Van Gogh y ve volar los negros cuervos en el trigal oro. Ver: https://amilcarmoretti.wordpress.com/2011/07/15/de-los-suenos-de-van-gogh-y-kurosawa-a-los-de-gene-kelly-vincent-minnelli-toulouse-lautrec-y-gershwin/
Después de la danza, la fiesta en la galería con todos los bailarines de la fotografía. Al término, algo queda en común entre los dos, entre John seductor y chica ahora interesada en el talentoso, ingenioso e inesperado. Hasta hay un rulo breve cuando un empleado de seguridad se asoma y en complicidad con la nueva pareja, se retira ensayando un paso de baile.
Insistir es aconsejable en el amor, al menos unas veces. En la cultura de la cancelación y el bloqueo parece que más aún. Aunque el abogado y el policía estén entre las sábanas. Tal vez se acabe una forma de amor. Es probable. Las grandes transformaciones tecnológicas traen cambios en la percepción y concepción de los valores y modos culturales. El asunto es si esas transformaciones suceden con igualdad y libertad, o libertad e igualdad. Hablamos de amor, de cortejo, de compañerismo íntimo, de parejas que se acompañan, de encuentros, de afectos buenos, de cualquier forma de amor que nos cuide y no nos rechace ni haga daño. Entre tanto, las neurosis e histerias insisten a la orden del día y hasta tienen hoy una planificación geopolítica mundial para el «nuevo comienzo», «el reinicio».
Jon Batiste nos pone a bailar con su nuevo single ‘I Need You’