«La cumparsita», un tango que he escuchado cientos de veces ejecutado por mi viejo en la cocina de casa, cuando desempolvaba el violín y recordaba sus juveniles tiempos de director de orquesta y compositor de tango, su circuito de jailaife con esmoquin. Y por ahí se metía mi vieja, prendían la radio y armaban un bailongo íntimo y familiar, mientras yo miraba, arrobado, sentado en una silla, ese ritual periódico de amor. (Amílcar Moretti)
Madrugada 20 abril 2013. En Buenos Aires, Argentina.
¡Qué lindo!… Creo que alguna vez me referí a esta cuestión en este blog, aunque no con una referencia tan entrañable como el recuerdo del autor. La orquesta de D’Arienzo no es la que más me gusta, pero sí su versión de La Cumparsita (entre las centenares de versiones que dicen que hay). Cuando empieza a sonar esta obra y por este intérprete en el centro de Buenos Aires (el video es en Florida, creo), es porque hay una pareja como la que pinta Moretti deleitando a los transeúntes. Y para ganarse un mango, claro, que bien ganado lo tienen.
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