
«En la publicación «El cambio climático en Argentina», editado por la Secretaría de Medio Ambiente en 2007, el profesor emérito de la UBA e investigador superior del Conicet Vicente Barros plantea que “el problema de la mayor frecuencia de precipitaciones extremas es de gran impacto y cabe preguntarse por qué no ha habido toda la adaptación necesaria”. Agrega que “además de las características propias de la idiosincrasia nacional, habría que explorar en qué medida, un aumento en la frecuencia de los fenómenos extremos puede ser captado por la conciencia colectiva y si esta captación sólo se registra cuando en alguna ocasión, los eventos extremos superen significativamente un cierto umbral de daño”.
«En el caso de Buenos Aires, estos eventos extremos se vienen repitiendo desde hace varios años. En La Plata es la primera vez que se produce con un caudal que duplicó cualquier marca histórica. Como sea, en el ámbito técnico en Argentina se detectó este problema hace varios años. Los técnicos hablan de “captación” por la conciencia colectiva y de “adaptación”, en cuanto a políticas urbanísticas.
«Quizás el golpe en La Plata haya sido más inesperado; en Buenos Aires, la repetición de estos fenómenos hizo que los ciudadanos tuvieran más conciencia y que se hayan realizado obras, pero no han sido suficientes, tampoco hay una estrategia permanente de respuesta inmediata, como quedó en evidencia, y la regulación urbanística para impedir o atenuar las consecuencias de estos cataclismos no existe. Por el contrario, las inundaciones en el Barrio Mitre, en la Capital, donde murió una vecina, se originan en el abuso del mercado inmobiliario que permitió la construcción de un shopping sin los mínimos recaudos ambientales.
«La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el caso más extremo por la repetición de estos fenómenos, sobre todo en el otoño, pero los 800 centros urbanos principales de este país, incluida La Plata, se encuentran sobre, o junto, a alguna vía de agua importante y ninguna de esas ciudades tiene ese tipo de estrategias.
«La idea de cambio climático en muchas zonas ha servido para ampliar la frontera agrícola, pero no para concientizar a los gobernantes de los riesgos eventuales o para prever un desarrollo urbanístico que atenúe los efectos devastadores de una inundación. Esto en términos técnicos significa respetar el curso natural del agua sin instalar barrios precarios sobre ellos ni interrumpirlos con grandes emprendimientos inmobiliarios. Es difícil encontrar pautas nacionales más que para establecer la obligación de regular el desarrollo urbanístico en función de estos parámetros. Las regulaciones más concretas dependen de las autoridades municipales que están en contacto directo con el territorio y que son las que han manejado esas normativas en los centros urbanos.
«En ese aspecto, la política está en deuda con la sociedad porque, a pesar de la repetición de estos eventos y de las advertencias técnicas desde hace varios años, no ha incorporado este tema a sus programas. A esta altura ya no se trata sólo de prometer más o menos obras, sino de políticas permanentes de lo que los técnicos llaman “adaptabilidad” a los efectos del cambio climático.»
(por Luis Bruschtein, fragmento de su nota «El temporal», este sábado 6 de abril del 2013, en el diario Página12, de Buenos Aires, al referirse a la tormenta de agua que inundó por primera vez toda la ciudad de La Plata, capital de la principal y más rica provincia argentina, la de Buenos Aires, región que en la práctica alimenta o tiene potencial para alimentar a todo el mundo, y aún para regalar comida o venderla a valores muy bajos si la política económica mundial lo permitiera. La Plata, fundada hace 130 años, a finales del siglo 19, fue diseñada como una ciudad modelo y por décadas conservó esas características, aún hoy de avanzada en muchos aspectos, entre ellos la disposición de espacios verdes y construcciones.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-217442-2013-04-06.html)

Sábado 6 de abril 2013. Argentina.
Sugiero que el gobierno nacional convoque a expertos en urbanismo, cientìficos y tècnicos de las màs variadas disciplinas para que realizan propuestas de obras necesarias e imprescindibles. y que éstas se ejecuten, no que sean arrojadas a la basura u olvidadas en cajones de buròcratas, como ocurre siempre o casis siempre.
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