EL ARTE O ACTUAR EN EL ESCENARIO SON COMO TENER ORGASMOS SIN COGER

 

 

 

 

Foto por Amílcar Moretti. Noviembre 2011- 10 de noviembre 2012.

 

 

 

Cuando estás cagada de miedo, el arte o actuar en el escenario son como tener orgasmos sin coger. Sí, tenés un orgasmo, pero no cogés. O no cogés para tener orgasmos. Tanto es así que muchas la pueden pasar mucho tiempo sin coger pero no sin tener orgasmos de escenario.

AMÍLCAR MORETTI

-«Ya no me da gusto trabajar con vos. No estoy segura para dónde voy, dónde va a terminar», dijo la -para mí- modelo (también actriz) que ha posado desnuda en varias oportunidades en las sesiones. 

-¿De qué tenés miedo?, pregunto

-No, no es miedo. Es que no sé adónde voy.

-Tenés miedo de que pueda terminar en otra cosa que posar y actuar de mujer sensual, mujer común y sensual, desnuda. Claro, ustedes los actores están acostumbrados a actuar en el escenario, con público, en público, de una manera, y actuar en la vida con o sin público de otra manera. Dividen con claridad. Dicen que, si no hacen bien esa diferencia, los actores, las actrices se vuelven locas. O bien se quedan del lado del escenario, de la ficción, o bien no pueden actuar y se quedan del lado real. Dos formas bien diferenciadas, entrar y salir, salir y entrar. Juego de espejos. Parque de diversiones. Son otras formas del malestar, de la demencia. Me hace acordar al cuento de Onetti, «El infierno tan temido». Hay una película también, con Alberto de Mendoza y Graciela Borges, que a la crítica nunca le gustó y a mí sí, bastante. No sé, tal vez porque sea periodista como el personaje, aunque él es viudo, solitario y burrero, y tiene un hijita. Ustedes los actores, poseen desnudos o no, se dividen: estructuran una lógica socio-existencial, tabican la dualidad, la ambivalencia, la ambigüedad, lo esquizoide. Le tienen terror a Norman Bates. Claro. 

-Y además lo que escribís…

–¿Tenés miedo de coger? En algún lado lo deseás, y en otro te sentís culpable, y eso te hace mezclar «sin querer». Sin «querer queriendo», dice El Chavo. En realidad querés, pero no querés. Querés, pero te da miedo, tenés miedo de quedarte pegada de un lado que no sabés cuál es, si el escenario o abajo entre el público de la calle. Tenés un cagazo terrible: y sí, eso es terrible, tener tanto cagazo. Por eso la histeria de actuar: «Me hago la sensual en la actuación de posar desnuda», te decís sin decírtelo. Bueno, para eso está la histeria en las actrices, ¿no? Hacés la histeria y es actuación escénica. Recién leí que Kate Moss, a las 18 años, cuando tuvo que posar por primera vez en ropa interior o desnuda para Guess o Calvin Klein, no me acuerdo, se encerraba en el baño y se ponía a llorar. Después salía y seguía la sesión desnuda. Ahora tiene 38 años y aparece desnuda todas las semanas en las revistas internacionales más fashion. Vos vas y te decís: «Me hago la sensual en la actuación de posar en desnudez. ¿Qué desato yo con eso?», te excusás a vos misma. Me hace acordar a esas minas que se presentan muy sexies en algún lugar y se molestan porque atraen tipos, «babosos», les dicen, o «alzados», según me dijo una vez una piba: «Todos los tipos están alzados», me dijo, y me pareció que le gustaba que estuvieran «alzados», con ella al menos. Cuando el novio está «alzado» con otra no le gusta. Cuando el padre estuvo alzado con otra y dejó a la madre tampoco lo pudo perdonar. Esas minas suelen decir algo impiadoso o jodido, muy jodido: «No me hago cargo de lo que siente el otro, ni tengo porqué hacerme cargo», repiten. No sé que pensarían esas minas si los tipos anduviesen por la calle con la pija fuera de bragueta. 

-Sigo: a mí me parece que lo más central en vos es lo que asunto desata en vos. No en mí, en vos. Lo que pueda desatar en mí es una cuestión mía, y por eso no creo que te preocupe mucho. En verdad, no te importa un carajo. Lo que te perturba es lo que desenrolla en vos. Te dirás, entre otras cosas: ¿Y si «tanta» sensualidad me trae como respuesta una súperpija? ¿Me la bancaré?», te inquieta. Te hace cagar toda si como respuesta hay una forma de vínculo fuerte, que te envuelve, algo como entre «Último tango en París» y «Romeo y «Julieta», para mis dos obras muy relacionadas y con el tema de la muerte y el amor. Se te mueve el piso y te angustiás: ¿Y si me doy cuenta que no soy actriz? «¿Si siento que me quiero quedar de este lado». «No», te respondés, toda cagada en las patas, «mejor me quedo en el escenario y ahí todo es falso, real pero falso, y cuando termina la obra me quedo tranquila.» Te hacés el orgasmo sin coger. Tal vez eso sea el arte,¿no?: tener orgasmos sin coger. Pero es un orgasmo sin pasión, orgasmo de muertita, digo yo. Toda cagada y llena de miedo. Y la excusa de siempre, que es cómodo, claro. La excusa de no me meto en quilombos, sigo en el escenario, en el teatro. El circo. Me hermano decía el circo, pero el circo para él era el afuera, el mundo real. Yo me enojaba cuando lo decía. Afuera, abajo del escenario es diferente: a veces no te podés salir de la actuación. Ahí te ataca la vida y sufrís. «No, ni por puta, mejor el escenario», decís. Mi hermano, que era experto en representación audiovisual, un gran especialista, decía que el circo era el mundo.  No sé de qué lado actuaba mejor. Yo no estaba de acuerdo cuando  lo afirmaba sin dudas. No sé. Ahora a veces no sé. ¿Vos de qué lado actuás? ¿De qué lado actuás mejor? 

(sábado 10 de noviembre 2012, a la 1,30  de la madrugada, Argentina) 

 

Kate Moss sobre Rihanna, en la edición diciembre de «V Mgazine», revista mensual fashion de Nueva York.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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