En un 2010 que no podía imaginar una peste mundial ni feminismos que, en muchos aspectos, caen en el puritanismo. El mercado continúa. Es el Capital. (comentario añadido el 17 de agosto del 2021)

Glen Luchford repite una de sus muy detalladas y cultas alusiones históricas y emocionales, con la estudiada frialdad de su mirada, en este caso sobre la figura larga y delgada de Mariacarla Boscono, modelo romana de pasarelas lujosas. El fuerte contraste de luces, con blancos y negros bien definidos. La restallante y enceguecedora iluminación blanca. La sombra de Mariacarla en la pared también blanca. Su mirada misteriosa, su vestido negro, el cigarrillo en la mano con estela de humo. Una leve nube de tabaco que escapa de sus labios entreabiertos. La mirada de Boscono (nacida en 1980 y sucesora de Kate Moss) supone recelo, intriga, planes de control, entrega. Sentido complejo. Una buena actuación: la posición sobre la silla, medio a horcajadas pero con una pierna por el medio del respaldo, sin zapatos. Tiene un toque de Marlene Dietrich: mujer dominante, ángel negro (no azul), su cabello azabache, brillante. Melena peinada tirante hacia atrás. Dureza de la mujer sensualmente dispuesta, sin melindres inhibitorios, pero que no pierde el control sobre el otro.

Luchford, nacido en Londres en 1968, es un destacado representante del movimiento de fotógrafos surgido en los años 90, diestros, imaginativos y muy informados como para impecables fusiones de otras variantes del híbrido estético y el verosímil (con artificio no oculto) del arte de los últimos años: la “fashion fiction”. La moda ficción, que permite dar cuenta de la alta costura y sus últimas tendencias y a la vez suponer un clima escénico o el relato de un mundo imaginado a través de las películas de seis o siete décadas atrás.
Un registro conjetural y fantasioso, mítico de esos años que van de los 30 a los 40 y pico en la pantalla, sin por eso dejar de lado algún toque verista de la fotografía de época. La Boscono de Luchford puede ser tanto una Marlene en refugio fugaz en una bohardilla del París ocupado por los nazis como la Boonie Parker de Clyde Barrow en su gira de asaltos a bancos. Fina, se la puede imaginar no obstante con una Thompson que tabletea en sus brazos. O acaso sea una aristócrata en fuga o de veleidad bohemia. Mujer espectral, fantasmal, alucinante no en un sentido de vulgo carnal.
Imagen algo onírica, quizás de sueño o pesadilla sobre ese piso de tablas sucias, con manchas blancas en un espacio desocupado. Y esos pies grandes de Mariacarla, simétricos con su alongada figura, hablan sobre su firmeza, seguridad y fortaleza en el suelo, en la tierra. La falda levantada casi a medio muslo: la invitación, la espera, el desafío: ella tiene el control. Luce una lánguida lascivia. Casi la Amante Bruja, que sabe de sus poderes. O la Viuda Negra, temible, ansiada e intrigante tentación para la mirada y deseo masculinos, o femeninos.
AMILCAR MORETTI, martes 20 de julio 2010
(Versión ampliada del comentario que publiqué en Fashioninsing.com, el lunes 19 de julio, sobre la producción fotográfica publicada en Vogue Italia)

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