En cuanto termina el fútbol, retorna la realidad. Quedó planteado cuando Argentina perfilaba bien para la final en el Mundial de Sudáfrica. Después de los petardos, las bocinas y las cornetas vuelve lo real, otra vez, me dije. Era claro. Siempre ha pasado así. Sólo que después, las cosas, la memoria distorsionan lo que estaba y lo que se había ausentado o se dejó de ver. Al fin y al cabo, lo que se ve y advierte es lo que uno está preparado para percibir. El creativo, dicen, es el que descubre cosas nuevas cuando no está preparado para ello. Más aún si se trata de una situación ordinaria y repetida y por tanto hace creer que no hay nada por descubrir, ningún detalle o aspecto novedosos.
Es así, sólo que el sábado al mediodía retornó otra realidad que la esperada. O se descubrió un aspecto nuevo de lo real argentino, y lo real del otro. Uno se re-conoce cuando está al lado del otro, en especial si se mide con ese otro y se mira en su espejo. Al principio del Mundial, cuando Argentina comenzó a perdurar, me dijeron que la realidad está siempre, que nunca se va por más campeonatos y partidos de fútbol que haya.

Ya sé, dije, el fútbol forma parte de lo real. El fútbol marca lo llamado real más que antes, como nunca antes. Desde que los medios de comunicación masivos, con la televisión a la cabeza, son encargados de mostrar cómo «son las cosas», lo real ha pasado a ser otro asunto, otro plano, otra forma de percibir, de ser. Las Nuevas Tecnologías de Comunicación (NTC), que se renuevan sin que nos demos cuenta, cambian el tablero de juego y, muchas veces, seguimos un viejo juego en vacío, que hasta ayer existía, y otras veces jugamos sin saber jugar, sin entender. Creo que eso fue lo que sucedió a mediados del 2008 cuando empezó lo de la 125 y el lockout de las patronales de producción sojera.

Las nuevas tecnologías de comunicación crean realidad
Las NTC han hecho un espectáculo de casi todo. La gran fórmula de Hollywood, estadounidense por origen y naturaleza, se ha diseminado por gran parte del mundo y está instalada en buena parte de la Argentina. Las NTC y el gran negocio financiero (los diarios norteamericanos hablan de «industria financiera») junto al viejo principio del espectáculo y el entretenimiento forman parte ya ineludible de la realidad.
El Mundial de Sudáfrica con Maradona como uno de sus agonistas cruciales (el otro, Messi, excepcional y solo, como todo excepcional) fue la mejor «respuesta» que les apareció a algunos para contrarrestar la celebración callejera popular del bicentenario. Cinco días y seis millones de personas en la calle. Inolvidable. Ahí no hubo sojero que valiera ni manifestante contra la inseguridad deseoso de «mano dura» que aguantara. Hasta parece que algunos de ellos se hicieron los silenciosos y se acercaron a celebrar también a la avenida 9 de Julio. La señora Legrand, en salto mortal, hizo aparición en la televisión con una sobrina secuestrada por los militares (que ella tanto apreciaba). Contó que salvó su vida gracias a la señora. Hay que creerle a la pobre sobrina.

Y así fue como, antes y sin darnos cuenta, reapareció el cuerpo de la realidad, que a pleno estará el lunes. Un programa de TV, «oficialista» dicen contreras y gorilas, sacó a ventilar con anticipación a la desgracia una sentencia ya escuchada, o adaptada para la ocasión: «Se juega al fútbol como se vive».
Con el transcurso de los días comenzó a transformarse en duda y pregunta: «¿Se juega al fútbol como se vive?». Creo que sí. Algunos pánfilos interpretaron como mecanicistas rústicos. Tradujeron así:, si soy rico en plata tengo un juego futbolero rico, si me va bien en la vida (según esta lógica, «si tengo plata») en el fútbol me va bien. Como precisar que si somos petisos vamos a tener un juego de poca altura, y si somos altos estaremos en gambetas con los dioses, en el aire, bien elevados. Porquería, basura. Las mezquindades comunes de la conciencia se acentuaron como nunca en la década de Cavallo-Menem. Otra herencia ético-moral difícil de sacarse de encima.

La idea es que jugar como se vive significa que en el fútbol que cada nación hace se advierte cuán lúdico, amplio de mente, imaginativo, corajudo, tenaz, inteligente, intuitivo, liberado, expansivo, niño, vital y generoso es el pueblo de cada nación. Casi sin importar el resultado.
Claro, esto es «basura» para el casino, el negocio financiero del fútbol como espectáculo globalizado de masas. Fidel Castro conjeturó que antes del partido final habrá guerra mundial, tal vez con armas nucleares. Sería en Irán, tercera nación con mayores reservas petroleras mundiales detrás de Arabia Saudita, la mayor, y Canadá. Atrás viene Irak, donde ya quedaron tres millones (¡3 millones!) de viudas desde la «liberación» de las tropas norteamericanas y europeas.
Nosotros estamos lejos de la peste. Y así debemos mantenernos, cuidadosamente. En especial ahora que volvió la realidad.
AMILCAR MORETTI, domingo 4 de julio 2010.
